emperifollados

Silvia Rodríguez Bravo

Ven, redúceme al instinto carnal de tu laberinto

comulga en mi templo la penitencia del pecado

que no es pecado, es la necesidad justa, natural,

grano a grano de tus manos en mis labios.


Poro a poro, sin fatiga tu cuerpo y mi cuerpo

se irán desgranando en el verbo prehistórico de los deseos,

bebe de mi piel cada sorbo, mira estos labios

que buscan la humedad de tu sexo.


Ven, busca en mis pupilas asilo para tus demonios

toca la expresión de mi carne, la alquimia de mis senos,

antes que el amanecer extermine esta hora.


Devoro tu cuerpo como Saturno a sus hijos,

y es que siento como tus aspas rompen el madero

de mi cautiverio

y soy el reventar de olas nocturnas, el caudal que silencioso

recoge la nieve del verano.


Tu respirar corto, agitado, espacioso anuncia el malparir

de nieves condensadas y yo cómplice del aborto,

dejo caer servilletas blancas sobre la selva sudorosa

de tus colinas.


Hemos calmado la náusea placentera del alma y cuerpo,

hemos sondeado el vértigo del placer, el aullar de la noche,

hemos liberado al demonio escondido

a ese esclavo anónimo que llevamos dentro.



Entrega II, poema de Silvia Rodríguez Bravo incluido en Versóvulos (1998)

Acuarela de Noomi Roomi

Entrega II, Noomi Roomi, Silvia Rodríguez Bravo, Versóvulos
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