La primera vez que Francesco metió su lengua entre mis piernas sentí un escalofrío subirme por la espalda, no podía imaginar que aquella intrusión en mi cuerpo fuera tan placentera... he descubierto que tengo un verdadero tesoro escondido, protegido por un denso bosquecillo que guarda mis joyas.
Memorias de Carolina Zucchi (1833)
Dibujo de Francesco Hayez