emperifollados

Philippe Sollers

El elemento porno resultará subversivo si entra en litigio, en contradicción, con los elementos que aparecen más alejados de él: científicos, religiosos, políticos, estéticos. Todo aquello de lo que el porno era el secreto vergonzoso desaparece. Los límites del porno marcan los de la representación; lo rechazado de todos los espectáculos se convierte así en el espectáculo que pone fin al dominio del espectáculo. En suma, el porno es hegeliano sin saberlo.

Ningún régimen totalitario puede tolerar el porno, es el último punto sobre el cual la U.R.S.S., por ejemplo, estaría dispuesta a arrojar la toalla. El porno representa, en relación con las formas de neo-fascismo, el papel que "el arte moderno" ha tenido en los años treinta y que actualmente es en absoluto incapaz de llenar. Mostrando cada vez más a la especie humana constreñida a sus límites repetitivos. El porno integra la obsesión sexual a los procesos de sublimación, se opone a la sexología de hospital, dibuja rápidamente lo irracional cotidiano.

Si la humanidad no se plantea más que las cuestiones que puede resolver, está llegando a la solución de su reproducción consciente y de los límites de su implicación sexual. Esto no ha podido hacerse más que a través de un despilfarro y destrucciones enormes. El descubrimiento que se vislumbra en el horizonte es que cada uno está sólo en su sexualidad como en su discurso y sus huellas digitales.

Habría que poner en el porno toda la seriedad de los hombres y toda la indiferencia de las mujeres.

El porno, la astronomía, la biología molecular, transformarán la poesía del mañana. Relatividad generalizada; otra relación con el tiempo, con los individuos, con el espacio.


Porno año cero, de Philippe Sollers (1976)

Ilustración de Hayfaa Chalabi

Hayfaa Chalabi, Philippe Sollers, Porno año cero
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