Muchos pensadores alrededor del 1968, plantearon al sexo y a la sexualidad como un ámbito de libertad, un sitio para cruzar los límites del heteropatriarcado, la normatividad sexual, la sociedad disciplinaria y hasta la civilización. En occidente, una vez que la sexualidad fue efectivamente separada de la función reproductiva, se hizo parte del dominio público y detentora de la esperanza revolucionaria. Se empezaron a promover la igualdad sexual y la igualdad en el sexo, hasta que hoy día, podemos decir que la sexualidad está ligada a la identidad y a los estilos de vida, la sexualidad se convirtió en algo que “tenemos” o cultivamos. Es decir, la sexualidad no es una condición que aceptamos como un estado dado de las cosas, sino más bien, la vivimos como una característica maleable del yo. De este modo, siguiendo a Anthony Giddens, la sexualidad funciona como el punto conector entre el cuerpo, la identidad propia y las normas sociales.
Canciones de amor poliamorosas o la sexualidad en el pluriverso, de Irmgard Emmelhainz