Me das un gran día gris
Color de fotografía
Que nos hace falta enmarcar,
Las piedras amontonadas a lo largo de los caminos son azules
Más que nuestros cielos.
Huir de lo cotidiano, sus leguas de macadán:
¡Fuelles mecánicos nutridos de nervios y almas!
¡Redes del Minotauro que atrapan nuestros impulsos,
Vírgenes encadenadas entre tus rieles, París!
¡Escaparte, no ver ya innombrables,
Ver verde!
Y el campo que pasa a través de
Tus ojos —¡ver solo en ellos
Transcurrir la hora de arena!
Caminar, como Jesús, sobre el parqué de agua,
Ser el grito del barco
Que desgarra, a medida,
Esta carne glauca y virgen hasta la orilla...
Fritura de gobios atrapados al borde del Sena;
Fuego de leña, dónde están los árboles de donde traen
Flores, sexos de hadas,
Aplastados como mosquitos entre nuestras palmas.
El bosque, esa puerta pintada de verde, ese lecho donde festejo
Mi ebriedad que tu cuerpo no quiere apagar—
Fuente mantenida, haga lo que haga.
Centinela de los reflejos:
¡Beber el armario con espejo de un solo trago!
Después de este vino de Anjou —¡oh! tu mejilla
Y tu viva boca verdadera
Lavada de su pintura
En esta rosa natural:
Boca donde mi boca se relame.
Mezcla femenina de jardines bajo la tormenta,
Destrozos y saqueos de los intercambios más dulces.
Nuestras costillas, batiendo sus alas, quieren abrirse,
Osamenta que la carne guarda bajo su servidumbre.
¡Mi amor! ¡Mi amor! ¡Ser siempre más
Amor, para ser tuyo!
Poema de Natalie Clifford Barney incluido en Nuevos pensamientos de una amazona (1939)
Fotografía de Natalie Clifford Barney, hecha por autor desconocido en Duck Brook (Boston, 1900)