Rogué para que no se te ocurriera desnudarte delante de mí y para que lo hicieras de una vez. Seguía sin comprender qué había sucedido durante las cuarenta y ocho horas que llevaba conociéndote, o mejor, sin comprender por qué no había sucedido nada; y deseé que acabara la pesadilla de estar pidiéndole perdón a Manuel por tu lengua en mi boca y entre mis piernas, por tu mano en mi mano y mi lengua en tu boca y por ti dentro de mí, cuando en realidad lo único que conocía era tu perfume demasiado suave, la esquiva claridad de tus ojos y la divina imperfección de tu boca.
Fragmento del cuento Con una flor amarilla, de Laidi Fernández de Juan, incluido en Bésame mucho y otros cuentos (2007)
Pintura: The Split, de Nigel Van Wieck