emperifollados

La pasión de Mademoiselle S.

Querido mío:
Qué alegría recibir esta mañana tu notita, y qué alegría sobre todo haberte dado placer en nuestro último encuentro. Porque, ¿sabes, querido?, siempre temo que te canses de mis caricias, que conozcas la saciedad. El deseo de un hombre, incluso el más amante, es tan frágil que siempre se teme verlo apagarse como una llama por una brusca ráfaga de viento. Sin embargo, amor mío querido, intento retenerte a mi lado todo lo que puedo porque me he acostumbrado tanto a ti que no concibo que nos separemos. Siento que, si me dejaras, se abriría un gran vacío a mi alrededor, y me sentiría espantosamente triste.
Has sabido atarme a ti mediante el encanto perverso de tus caricias. ¿Acaso no me demostraste el viernes cuánta dicha podías darme? Fui dichosa entre tus brazos, amor mío, muy dichosa. Sufrí, sí, pero al menos tenía la certeza de que tu placer superaba mi sufrimiento, y eso me hará soportar otras muchas pruebas, ¿sabes? Además, ¿no me recompensaste acaso por mi docilidad? Con qué júbilo sentí entrar en mí tu polla trémula. Supiste muy bien prolongar la espera de ese instante exquisito, y tus caricias apasionadas enardecían todo mi ser, que se te ofrecía por completo. Deseaba tu carne, y tú me entregaste todo tu cuerpo. ¿Supe hacerlo vibrar como querías? Para mí fue una alegría profunda besar arrebatadamente toda tu carne, incluso la más íntima. Querido amor mío, ¡qué vínculo nos une ahora el uno al otro! Nuestros vicios mutuos nos acercan más de lo que podría hacerlo un amor normal que, estoy segura, nos habría dejado a ambos la impresión de algo inacabado, de un goce incompleto. ¿No crees, querido, que somos más felices así? Las sensaciones ardientes que vivimos juntos nos llevan a un mundo irreal, flotamos por encima de los amantes corrientes que nunca han de alcanzar el grado de placer que sólo caricias como las nuestras pueden dar.
Amado mío, ya nada puede detenernos. Superemos de la mano todas las fases del extravío, entreguémonos a todos los abrazos prohibidos, que ningún placer nos sea desconocido, puesto que nos amamos así. Quisiera que compartieras conmigo todo lo que piensas, quisiera saber si quieres otra cosa que esta caricia. ¿Quieres amarme de otro modo? ¿Serías más feliz si te entregaras conmigo al abrazo normal?
Respóndeme, amor mío querido. Te amo.
Mis caricias más embriagadoras allí donde quieras recibirlas.
Simone.

La pasión de Mademoiselle S. Libro de autoría anónima que recopila cartas escritas entre 1928 y 1930, publicado por primera vez en 2015
Pintura de John Currin
emperifollados, John Currin, La pasión de Mademoiselle S., literatura, pintura, sexo
Con la tecnología de Blogger.