emperifollados

Petronio


Todo es demasiado rápido, todo acaba enseguida...
El ritmo apresurado, el jadeo, el desmayo final,
el súbito aquietarse de la llama y el ardor,
los miembros flácidos y el desvanecimiento del deseo.
Sepamos dominarlo, que el amor ha de ser más
que el celo animal de un perro vagabundo.
Demoremos el instante, sepamos aguardar antes
de perder todos los sentidos y pasar a la consumación
de lo que mejor sería preservar.
Que los labios y las manos hagan cuanto necesitamos
para  satisfacer todas las demandas.
Que las bocas ansiosas y las lenguas traviesas
apacigüen nuestros más hondos deseos
hasta que... hasta que...


Súplica para un aplazamiento, de Cayo Petronio Árbitro (siglo I)
Pintura: Fresco de la Casa del Centurión, en Pompeya (siglo I a.C.)

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