Cuando piensa en Andreas, algo se agita todavía en sus entrañas, como una resaca. A menudo, cierra los ojos y se aferra a la imagen de sus manos recorriéndole los costados. El tacto de sus dedos la primera vez, en su cintura. La camiseta puesta que acentúa la desnudez restante. La oscuridad destacando el dibujo de sus cuerpos. El repiqueteo de las gotas de lluvia, rebotando en la chapa. Piensa que un solo instante –por ejemplo, ese instante– basta para justificar una vida completa: hay quien no tuvo ni siquiera eso.
Un amor, de Sara Mesa (2020)
Fotografía de Sandra Torralba