Jodamos, alma mía, jodamos enseguida,
pues todos para joder hemos nacido;
que la polla te gusta y amo el chocho
y el mundo sin eso ni una figa valdría.
Y si
post mortem joder fuese aún honesto,
diría: De tanto joder nos moriríamos;
y además Adán y Eva aún joderían,
que hallaron un morir tan deshonesto.
–Verdad es lo que dices, que si los bribones
no comieran de aquel fruto traicionero
ardencia los amantes no tendrían.
Mas basten ya palabrerías, y hasta el corazón
clava la polla, y haz que el alma se
me parta, que por la polla muere o está viva;
y si posible fuera,
guárdame en el chocho los cojones
que del placer son testigos de primera.
Soneto I, incluido en
Sonetos lujuriosos de Pietro Aretino (1524)
Grabado de Marcantonio Raimondi