Érase una vez un granjero que tenía dos bellas hijas. Un día, las muchachas, enzarzadas en una discusión acerca de cuál tenía el trasero más hermoso, salieron a la calle. Por casualidad, pasaba por allí un joven, hijo de un viejo rico. Las muchachas se los enseñaron y, cuando los vio, votó a favor de la mayor de ellas, de la que se enamoró. Cuando volvió a la ciudad, le contó a su hermano menor todo lo que había sucedido. Este también fue al campo, vio a las muchachas y se enamoró de la otra. Así, cuando el padre de los jóvenes trató de que se casaran con alguien de clase elevada, no pudo persuadirlos, por lo que trajo a las hijas desde el campo, con el permiso de su padre, y las casó con sus hijos. Así, estas muchachas fueron llamadas "las de bellas nalgas" por sus vecinos. Y estas, cuando se hicieron ricas y famosas, construyeron a Afrodita un templo en honor "a la diosa de Bellas Nalgas", como nos cuenta Arquelao de Quersoneso en sus versos yámbicos.
El banquete de los eruditos, de Ateneo (siglo II)
Pintura:
Les callipyges grecques, de Robert Lefèvre (1802)